Artistic Revolution is Always Better

miércoles, 19 de enero de 2011

Sobre la perversidad y la villanía de los hombres y las mujeres





Leer mientras se escucha: http://tinysong.com/gib8

Mi boca sucia de palabras sangraba de tan filosas cosas que salían de ella mientras tú dibujabas música en el húmedo aire, o vaho, que salía de nuestras bocas. Y después yo, junto a esa ventana cómplice, una vez más, de aquellas noches de insomnio me desangraba sin poder distinguir si era dulzura o dolor  lo que sentía, quizá porque el dolor era dulce. 
Pensando que talvez con los ojos cerrados el tiempo correría diferente, intentaba clavarme y desclavarme la primera aguja del olvido peleándose con la del recuerdo. Hasta el momento todo había sido moderadamente amargo y difícil. Vagar dentro de un barrio de palabras y lagrimas siempre le hace a uno pensar en las manos que están manejando la baraja dentro de la cual nos encontramos. Esa baraja donde yo soy corazón y tú eres espada. O viceversa. Pero no las manos que los mezclan y los arman. 
En esta corte de los vicios llamado el mundo perdimos la libertad en el momento de callarnos lo que sentimos, como si no hubiera suficiente de inventado en nuestras invenciones. 
"El vino impide que los sentidos se extravíen" O quizá porque los extravía, uno siempre recuerda que el otro no termina en absoluto a la altura del estómago, y atrayéndose y rechazándose uno no ama pero hace el amor. Y embriagados de noche, perdidos en el delirio nocturno, ambos pensamos que el deseo cesaría porque no nos amamos. Puesto que no amamos, el deseo cesaría porque un puente no se sostiene de un sólo lado. 
Pero después, ambos sangrando, porque las palabras ya no eran lo único filoso, se crea un refugio donde se encierra un "Del sí al no, ¿cuántos quizá hay?".


viernes, 3 de diciembre de 2010

Gate 34. Seat 44 A. Nonsmoker

Maleta lista. Taxi en la puerta. Boleto y libro en la bolsa. Y los nervios de mi madre que la hacían pensar en que extrañaría ese vaso sucio y fuera de lugar.
Después, registro. Menos de 8 kg? Sí. Cambiar moneda. Caminar, buscar asiento, caminar. Vuelos internacionales, vuelos nacionales. Mochileros, viajeros, familias, solitarios e individualistas. Tiendas con precios cuatro veces mayores al normal. Mexican curious. El Santo shop. Rubias con grandes bolsas mexicanas que podrían ser maletas. Fast food.
Y las aeromozas y aeromozos tan agraciados o nada agraciados o bola de desgraciados que cada sonrisa que te "regalan" viene incluída en el precio del boleto.
Luego el chequeo y el famoso duty free, donde amables visitantes pueden llevar de recuerdo 50 ml de delicioso mezcal joven a tan solo 129 pesitos mexicanos.
  De pronto, el ascenso. Y comienzan los nervios. Tantas cosas revoloteando por mi cabeza; que si sensaciones nuevas, que si sensaciones viejas, recuerdos, emociones y de pronto: yo, elevándome entre nubes y smog, teniendo una majestuosa ciudad con más luces que el cielo -pero cabe mencionar que le hace falta alumbrado público- ante mis pies y verla desaparecer.
Ahora ponganse cómodos en lo que nosotros los llevamos a Frankfurt en 10:15 horas dice nuestro elegante y siempre amable piloto. Y una vez más ein Apfel Saft, bitte. Dankeschön, en lo que los señores del asiento delantero comienzan a matar su miedo a volar de la manera más elegante que encuentran: tomando vino tinto. En cambio yo, siempre he creído que el plástico de aquellos vasos le da un sabor diferente al jugo de manzana, que ahora, me sabe a recuerdos.
  Horas después; habiendo atravesado un gigantesco aeropuerto internacional con cambios temporales a causa de obras internas, haber sido tratada como delincuente, donde me quitaron hasta las rojas botas y revisaron hoja por hoja mi pasaporte. Razón: el botón metálico de mi pantalón había hecho sonar el detector de metales. Lo que realzó mi orgullo: alejarme dándoles la espalda mostrando en ella la leyenda de "Inmigrant Punk" tatuada en mi playera amarilla; después y solo después de todo aquello -dando por hecho un vuelo mas- comencé a incorporarme a la ciudad con estructura de una sociedad perfectamente organizada pero con sus problemas internos, de los cuales solo ellos se enteran. Y quizá alguno que otro vecino astuto. Yo, llena de aeropuerto estaba ahí: Berlin, ciudad de mis sueños.
  Alemán. Alemanes. Rubios. Vietnamitas. Turcos. Papá. Sista´. Puerta. Maletas. Sobrinos, pequeños demonios. Mama-Van. 1° C. Humo saliendo de mi boca al respirar. Tráfico. Ankunft. 
Y cuando desperté, las calles eran blancas, la nieve estaba ahí.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Retrato de Diego

"Porque lo llamo mi Diego, él nunca es, ni será mío; él es de él mismo"
Frida Kahlo 

Retrato de Diego, león cortado, león dormido. Tersa piel que recorre la vida a corazón dispuesto, disperso encanto de rizos oscuros y delgados huesos.
Luna menguante, luna creciente. Creciente, creciente jamás distante. León astral, leo profundo. Diego Cervantes, Diego Darwin, Diego Borges, tan Diego Profundo. Tacto de seda, intensión de fuego. Tigre dentro de paloma fuera de tallo. Estrella en Tierra que de corazón hincado se hinca en el mío.
Palabra sincera, no más que su encanto. Tormenta es antes de Diego, diluvio también y la calma es con Diego abrazo tierno y lagrimas cual cielo.
Sunshine is Diego. Life is Diego. Love is Diego.
Telefono suena, palabras de brazas , sonrisas y llantos. Diego muestra viva de que los brazos son la extensión del corazón. Distorciones ajenas pero jamás lejanas. Mi co-razón.

-Yo, tu nórdica vehemente.

jueves, 14 de octubre de 2010

Sobre la subjetividad del tiempo

¿Qué es el tiempo? Grandioso ¿descubrimiento o invención? del hombre.
Un japonés dijo "Por más esfuerzos que uno haga, jamás podrá descifrar todo lo que se oculta en los recovecos del corazón del humano". Gran enseñanza del tiempo y demás cosas. Porque algo que me pone a pensar mucho y me llama la atención es que no importa cuánto tiempo conozcas a una persona para realmente conocerla. Y me pregunto ¿porqué después de tanto tiempo aún no sé quién eres? ¿porqué después de tanto tiempo no logro descifrar esa mirada, esa sonrisa? Pero me volteo y reflejo en una sonrisa que el tiempo no es condición para poder conocer(te). Y eso hace emocionante, pero cansado, al tiempo.
  Nada raro, pero sí sorprendente es, después de tantos años de vida, no conocerse a sí mismo. Pues, retomando a Haruki Murakami (autor de la pasada cita) por más que uno se esfuerce en descubrir ese corazón; quitarle ese manto; no siempre se logra. Sea tuyo, suyo, mío o nuestro.
  El secreto, quizá, sea el saber desplazarse. Me desplazo, lo desplazo, nos desplazamos. Poniendo mucha atención para observar y notar hacia dónde es que se están yendo o permaneciendo. Todo esto no tiene que ser simple a la vista. No lo es. Es más complicado de lo que se piensa y más sencillo de lo que parece.
El secreto, quizá, sea saber desplazarse. 

 Así que, yo puedo desplazar, colorear, inmacular un sentimiento lleno de emociones y pensamientos en segundos. Y lo equivalente es caminar trece kilómetros. Definitivamente el tiempo no es el mismo, ¿y la intención? Después y detrás de todo igual y el esfuerzo es el mismo.
  Julio Cotázar me enseñó que una imagen no está donde está sólo por el tiempo que los demás pretenden que esté: la imagen se plasma y después llega alguien y pone (o uno mismo a veces lo hace; generalmente inconscientemente) otra sobre aquella y luego otra y otra hasta que uno cree que esa primera imagen ya no está. Pero si le rascas, arrancas y buscas debajo de todas esas imágenes encontrarás la primera. Un claro ejemplo son las paredes llenas de posters promocionales: debajo de todas encontrarás ¿la base? Y yéndonos más profundo, lo mismo sucede con el corazón y la mente. Cada quien decide con qué capa quedarse o si buscar más allá.
El remitente de estas señales (o llámenle como quieran y convengan) es la soledad.
Destinatario: la humanidad.
Oponente: Todos. Por lo tanto, nadie.
 Finalmente el verdadero oponente termina siendo la perturbación del mundo que rodea
 al protagonista.
La subjetividad del momento en que comienza la luz

viernes, 10 de septiembre de 2010

Mi nueva vida en vida















"Si en un relato aparece una pistola ¿hay que dispararla?"
Anton Chejov

El desconsuelo se puede consolar, la soledad se puede acompañar. ¿Y qué se puede hacer con el abandono? Un abandono escondido, un abandono disfrazado, un abandono que intenta pasar por "no-abandono", que intenta pasar por distancia, que intenta pasar por barrera geográfica.
¿De dónde nace el abandono? ¿del olvido? ¿de la decepción? ¿del hartazgo? ¿del miedo? No lo sé. Quizá de todas juntas, quizá de ninguna. Pero algo sí sé, y es que la semilla es el egoísmo.
  No, no me pidas que lo entienda. Por que no lo entiendo, porque nunca lo he entendido, ni pretendo entender el egoísmo. 
Así que matame, mátame como lo estás haciendo. Mátame despiadadamente. Mátame de frente y escóndelo, como lo haces, con mano experta. Mátame para abandonarte yo también. Para saber, al menos un poco, lo que estás sintiendo. Para decifrar ese goce que pareces estar teniendo.
Mátame en vida.
¿Qué más da? Dicen que hay otras vidas. Y yo ya estoy esperando mi nueva vida en vida. Nueva vida en la que tú ni siquiera has vivido, ni siquiera has nacido.


 

jueves, 19 de agosto de 2010

Noctambulario


Esta es una carta que le escribí a Juan, mi querido amigo (uno de los favoritos, consentidos y mejores amigos que tengo), cuando se fue a Colombia. Dejándome, como los demás, en esta ciudad para disfrutar unas largas vacaciones.
Gracias a la constante correspondencia, pude soportar su ausencia.

Es Jueves 7 de Julio de 2010. He estado en el sillón de mi sala por un largo rato. Sobre todo he estado leyendo.
Más bien creo que es viernes 8 de julio, porque, un poco pasadas las 2am, fui a la cocina a prepararme algo de cenar. Luego volví al sillón, me senté en el mismo lugar, y comí.
Volví a leer.
Me gusta la noche. Siento que tiene una energía diferente al día. Me gusta porque además siento un poco como si estuviera sola. No del todo, porque sé que hay otros habitantes guardados dormidos. Pero es precisamente eso: dormidos. Entonces todo está en silencio, como si nadie estuviera.
Hay quienes dicen que la noche se hizo para dormir. Yo siempre he tenido un poco de conflictos con esto, pero finalmente lo acepto: la noche se hizo para dormir y yo para observar. Así que aquí estoy, sentada en el mismo lugar del sillón observando. Y me doy cuenta de cosas que seguro nadie más en esta casa sabe. Por ejemplo:
La calle está vacía y el cuidador (que se supone ronda por las calles cada noche y toca un sivlato avisando) no ha silvado ni una vez y, seguro, mañana, o el día que toque, vendrá a cobrar. El refrigerador suena y el grifo del lavatrastes gotea (ya descubrí cómo remediarlo). Y, lo que seguro nadie sabe y fue lo que me llevó a escribir todo esto es que, la Huggie se levanta en la madrugada y da una vuelta a la caa para inspeccionar si todo está en orden y regresa a dormir.
También descubrí que cuando está muy somnolienta (la Huggie), se le nota más la edad. Camina diferente.
Me gusta leer de noche y, aunque esté cansada, prefiero seguir. siento que a ninguna hora del día logro el mismo punto de concentración y goce con la lectura. Claro, al día siguiente es cuando lo resiento.
En fin, creo que deberá pasar un tiempo más. Sólo así lograré encontrar la verdadera esencia y ¿significado? de esta casa y, quizá, de mi misma.
el tic tac del reloj del comedor (que hace rato acompañaba en sincronía el goteo del lavatrastes) marca ahora las 3:35am.
Esto continuará.

miércoles, 18 de agosto de 2010

La chica del jardín


















No tan estimados Pájaros del Mal;
en estos últimos días de verano los he encontrado visitando, mucho, mi jardín. Primero pensé que era por cosa de costumbre. Un tipo de celebración: en invierno viene la familia a celebrar navidad y en verano vienen ustedes, los Pájaros del Mal.
Me he percatado de que en todo el verano no he probado ni una sola vez la famosa mermelada, ya tradicional, de durazno que se come todos los veranos aquí en casa, ni tampoco el buen dulce de higo de todo los años. Qué raro, pues en estas fechas, los árboles del jardín nos regalan estos ricos frutos.
<<¡Oh! -pensé- pues si no he hecho en todo este tiempo ni mermelada ni dulce. A eso se debe.>> Así que decidí ponerme a la tarea de ir a recolectar frutas al jardín. ¿Y con qué me encuentro? Me encuentro con la grande y no tan grata sorpresa de que ¡todas las frutas están inservibles y ustedes tienen el pico clavado en ellas! Por supuesto, cuando me ven, todos salen volando. Les dan la mano y se agarran del pie: les doy alpiste y se comen la fruta.
Claro que, este año, no habrá (hubo) mermelada ni dulce.
Pájaros del Mal: que tengan alas no los hace libres de comerse mis duraznos, mis higos y mis floripondios.

Sinceramente, la chica del jardín.