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jueves, 19 de agosto de 2010

Noctambulario


Esta es una carta que le escribí a Juan, mi querido amigo (uno de los favoritos, consentidos y mejores amigos que tengo), cuando se fue a Colombia. Dejándome, como los demás, en esta ciudad para disfrutar unas largas vacaciones.
Gracias a la constante correspondencia, pude soportar su ausencia.

Es Jueves 7 de Julio de 2010. He estado en el sillón de mi sala por un largo rato. Sobre todo he estado leyendo.
Más bien creo que es viernes 8 de julio, porque, un poco pasadas las 2am, fui a la cocina a prepararme algo de cenar. Luego volví al sillón, me senté en el mismo lugar, y comí.
Volví a leer.
Me gusta la noche. Siento que tiene una energía diferente al día. Me gusta porque además siento un poco como si estuviera sola. No del todo, porque sé que hay otros habitantes guardados dormidos. Pero es precisamente eso: dormidos. Entonces todo está en silencio, como si nadie estuviera.
Hay quienes dicen que la noche se hizo para dormir. Yo siempre he tenido un poco de conflictos con esto, pero finalmente lo acepto: la noche se hizo para dormir y yo para observar. Así que aquí estoy, sentada en el mismo lugar del sillón observando. Y me doy cuenta de cosas que seguro nadie más en esta casa sabe. Por ejemplo:
La calle está vacía y el cuidador (que se supone ronda por las calles cada noche y toca un sivlato avisando) no ha silvado ni una vez y, seguro, mañana, o el día que toque, vendrá a cobrar. El refrigerador suena y el grifo del lavatrastes gotea (ya descubrí cómo remediarlo). Y, lo que seguro nadie sabe y fue lo que me llevó a escribir todo esto es que, la Huggie se levanta en la madrugada y da una vuelta a la caa para inspeccionar si todo está en orden y regresa a dormir.
También descubrí que cuando está muy somnolienta (la Huggie), se le nota más la edad. Camina diferente.
Me gusta leer de noche y, aunque esté cansada, prefiero seguir. siento que a ninguna hora del día logro el mismo punto de concentración y goce con la lectura. Claro, al día siguiente es cuando lo resiento.
En fin, creo que deberá pasar un tiempo más. Sólo así lograré encontrar la verdadera esencia y ¿significado? de esta casa y, quizá, de mi misma.
el tic tac del reloj del comedor (que hace rato acompañaba en sincronía el goteo del lavatrastes) marca ahora las 3:35am.
Esto continuará.

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